Cluny, Francia
La localidad de Cluny, situada en el departamento de Saona y Loira, en la región de Borgoña, en el centro-este de Francia, creció alrededor de la antigua abadía.
En el año 911 el rey Guillermo de Aquitania cede unos terrenos en Borgoña al monje Bernon para fundar un monasterio. De esta forma comienza la andadura de una de las organizaciones más decisivas en la historia de Occidente: la Orden benedictina de Cluny.
Desde es primer momento fundacional la Orden de Cluny alcanza una absoluta independencia respecto de cualquier poder laico o eclesiástico.
Esta independencia temporal de la orden se debe a que el abad Bernon de Baume exigió el derecho de ser sólo tributario del Papado y responder de sus actos únicamente ante el Papa Sergio III, lo que le permitió una gran cantidad de privilegios y de donaciones, saltándose la autoridad de señores laicos y obispos. Con tamaña libertad de acción, la abadía se involucró en decisiones de ámbito social, político, económico e incluso militar en los distintos reinos europeos.
El otro factor que permitió el engrandecimiento de la Orden de Cluny fue el acierto de crear una estructura orgánica centralizadora, frente a la habitual dispersión y disgregación que los monasterios benedictinos habían tenido hasta entonces. Esto sólo fue posible gracias a la "inmunidad" internacional frente a reyes y nobles que la dependencia papal le había conferido.
El siglo XI fue el de máximo esplendor para la Orden, y en ello intervino la extrema longevidad y estabilidad de los mandatos de dos abades que abarcaron todo el siglo XI. Nos referimos al abad Odilón (994-1049) y a Hugo el Grande (1049-1109).
En este lapso de máximo desarrollo, la abadía de Cluny llegó a contar entre 400 y 700 monjes, y extendía su absoluto poder sobre 850 casas en Francia, 109 en Alemania, 52 en Italia, 43 en Gran Bretaña y 23 en la Península Ibérica, agrupando a más de 10.000 monjes, sin contar su innumerable personal subalterno.
El monasterio de Cluny se diferenciaba en tres aspectos del resto de las casas de la Orden Benedictina y sus confederadas: en su estructura organizativa, en la prohibición de poner en alquiler tierras para su uso en el sistema feudal, y en su ejecución de la liturgia como principal forma de trabajo. Mientras la mayoría de los monasterios benedictinos permanecían autónomos y asociados entre ellos sólo de manera informal, Cluny creó una extensa orden federada en la que los administradores de las casas subsidiarias estaban subordinados al abad de Cluny y respondían ante éste.
Las casas de Cluny, permaneciendo directamente bajo la supervisión del abad de Cluny, autócrata de la orden, estaban regidas por priores, y no por abades. Los priores o jefes de priores, se reunían en Cluny una vez al año para tratar de los temas administrativos y exponer sus informes. Otras casas benedictinas, incluso las de fundación anterior a Cluny, tomaron como guía el sistema cluniacense. Cuando en 1016 el papa Benedicto VIII decretó que los privilegios de Cluny se extendieran a sus casas subordinadas, el resto de las comunidades benedictinas se sintieron si cabe aún más motivadas para seguir el modelo.
Las casas de Cluny, permaneciendo directamente bajo la supervisión del abad de Cluny, autócrata de la orden, estaban regidas por priores, y no por abades. Los priores o jefes de priores, se reunían en Cluny una vez al año para tratar de los temas administrativos y exponer sus informes. Otras casas benedictinas, incluso las de fundación anterior a Cluny, tomaron como guía el sistema cluniacense. Cuando en 1016 el papa Benedicto VIII decretó que los privilegios de Cluny se extendieran a sus casas subordinadas, el resto de las comunidades benedictinas se sintieron si cabe aún más motivadas para seguir el modelo.
El rápido crecimiento de la comunidad de Cluny necesitaba edificios cada vez mayores. Las construcciones de Cluny afectaron profundamente a las prácticas arquitectónicas en el occidente europeo desde el siglo X al XII. Las tres iglesias sucesivas son llamadas convencionalmente Cluny I, Cluny II y Cluny III. Al construir la tercera y definitiva iglesia de Cluny, el monasterio consiguió también el mayor edificio de Europa antes de la reconstrucción de la Basílica de San Pedro en Roma en el siglo XVI. La construcción de Cluny II, entre 955 y 981se inició tras las destructivas incursiones húngaras de 953, que dieron lugar a la tendencia a construir bóvedas de piedra en las iglesias.
La crisis de la Orden de Cluny llega en las primeras décadas del siglo XII. Las razones del declive de la Orden en estos años se puede resumir en: la excesiva rigidez de su propia estructura que impedía la más mínima flexibilidad entre las distintas casas, paralizando así a toda la orden. La Incorporación masiva de nobles sin vocación para beneficiarse de los privilegios y comodidades de la vida monástica. Ello llevó a una progresiva relajación de costumbres. Y el nacimiento de las nuevas órdenes, como la del Císter.
La crisis de la Orden de Cluny llega en las primeras décadas del siglo XII. Las razones del declive de la Orden en estos años se puede resumir en: la excesiva rigidez de su propia estructura que impedía la más mínima flexibilidad entre las distintas casas, paralizando así a toda la orden. La Incorporación masiva de nobles sin vocación para beneficiarse de los privilegios y comodidades de la vida monástica. Ello llevó a una progresiva relajación de costumbres. Y el nacimiento de las nuevas órdenes, como la del Císter.
La abadía fue saqueada y destruida en su mayor parte por revolucionarios en 1790. Hoy, sólo una pequeña parte del conjunto arquitectónico original sobrevive. Se trata del brazo sur del transepto mayor con la torre, a la que se conoce como "del agua bendita".
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